Páez llegó anoche de Maracay, y el día de hoy se convocó una reunión del consejo de Estado y otros miembros del gobierno para considerar este grave asunto. Diría, en cuanto al honor y crédito de Venezuela, que aquel no parece ser muy respetado individualmente por aquellas personas cuyo deber es resguardarlo, y que su crédito público ha sido de poco valor durante un larguísimo período. El coronel Smith lo llevaba bien encaminado, pero el picapleitos de su enviado ha acabado con todo el bien que aquel había hecho. El coronel, como ministro de Relaciones Exteriores, ha dicho públicamente que si no se retira al doctor Fortique, él dimitirá de su cargo. Envié un oficio el día 9 al departamento exterior local adjuntando una carta de los agentes de La Guaira, que insisten en obtener una respuesta firme en cuanto a si el gobierno todavía acepta las propuestas del 11 de marzo —pues los tenedores de bonos no ofrecen otra ninguna— y que este asunto debe resolverse a través de mi medio. Smith me respondió ayer por la mañana, a las 10, que el asunto era de tal importancia que la respuesta no podría estar lista para salir en el buque. La decisión solo puede tardar unos días, aunque se arrastren los pies. Confío en que el gobierno británico obre ahora con energía al pedir o hacer respetar la justicia, para los acreedores de los bonos. El paquebote zarpó a las 4 p.m.