Visité una buena parte de la ciudad, sus muelles y sus hermosos edificios, iglesias, etc. Mi amigo Mocatta me presentó a muchos de sus amigos comerciantes. Cené con un tal señor Chapman, casado con una mujer muy linda, que parece una persona sensata y además muy refinada. Cenaron allí también el tío y la tía del señor Harrison —él suizo, ella inglesa—, para quienes traía cartas de este. Ambos me hablaron de él con gran disgusto por haberse casado con una extranjera, católica, y sin un centavo, además de ser viuda. La parte referente a la pobreza, según el modo de ver de ellos, era un crimen y una desgracia, por todo lo cual han roto con su sobrino. Estos dos personajes se ven rudos y vulgares, pero el suizo es rico en dinero, aunque pobre en caridad cristiana.