Parece mentira, pero no ha llovido. A la 1 fui a la academia de artes con Mary y la princesa Scherbatoff, para ver el famoso (aquí) cuadro de los Últimos Días de Pompeya, pintado por el señor Brunoff. Posee más hermosos detalles en los grupos y en sus expresiones, que como un todo sublime. Es extremadamente defectuoso en cuanto a unidad de efecto, pero aun así contiene los elementos necesarios para dar la impresión de lo terrible y grandioso. Le falta gracia a casi todas las figuras, que son todas demasiado pesadas y bajas; las extremidades de la mayoría demasiado grandes, y ni hablar de las cabezas, que definitivamente lo son, particularmente la de un joven que ayuda a moverse a un viejo, hasta tal punto que da la impresión de que el joven es un enano. Pero si se considera no solo esta cabeza, sino también las de todas las figuras individualmente, nunca había visto semejante variedad y perfección en la reproducción del corazón humano aterrado, en ninguna obra de arte del más célebre pintor antiguo o moderno. La composición es admirable y no lo es menos la disposición de los grupos; pero los variados tonos del cuadro, desde el fuego de la montaña, el resplandor azul de la iluminación del cielo y las oscuras sombras de los edificios tambaleantes de los alrededores, todos, todos piden a gritos una armonía unificante, una unidad de tono, que produciría al primer vistazo la sublimidad de impresión de la que carece el cuadro. Los objetos que el señor Brunoff ha puesto como edificios están mal elegidos, no hay duda, porque parecen más altares y tumbas. No se ve ninguna porción de edificio vasto o columnario: se ha esforzado en representar la caída de las cenizas etc., que enterraron la ciudad, y cuyas partículas aparecen como igual número de manchas oscuras en las fachadas de piedra o mármol de los edificios o altares. Parte de esta ducha también se ve en el pavimento, pero ni una partícula en la gente que huye o está muerta. Sin embargo, a pesar de todos estos defectos, tengo que reconocer que el cuadro es genial y está lleno de talento muy, pero muy grande. Hice unas cuantas visitas. Cené en casa. Jane se vuelve a sentir mal.