Esta mañana cruzamos el trópico y se llevó a cabo la ceremonia acostumbrada (como cuando se pasa la línea equinoccial). Con la llegada de Neptuno y todo su séquito, se realizó la farsa: chapuzones, afeitadas, y toda la estrepitosa alegría que ello entraña, con gran regocijo, espíritu y ruido, pero todo con el mayor buen humor. El asunto fue de bastante larga duración, pues la lista de novicios para la navaja acuática llegaba a no menos de 60. Neptuno resultó ser un dios estupidísimo, y la Sra. de Neptuno no mucho mejor como diosa. Todo se desenvolvió bien y ya antes de las doce no quedaba ningún vestigio de la visita. Recorrimos 185 millas desde ayer a las 12. Termómetro en 24 grados.