Tiempo extremadamente bueno, pero muy caluroso. Viento del este, rumbo oeste. Tuvimos con el reverendo señor Davis plegarias y sermón, este último bastante mejor adaptado al intelecto de la gente. Hasta las 12 del día de hoy, hemos navegado 168 millas. El termómetro en 27 grados. Alrededor de las 4 se vio una extraña vela hacia el sur. Por su rumbo, el capitán Gambier creyó que probablemente se trataba de un navío dedicado al tráfico ilícito de esclavos, de modo que alteramos nuestro rumbo entre 5 y 6. Pasó cerca de nuestra popa y resultó ser el Lady Sherbrooke, de las Indias Occidentales. Ya que había zarpado de Madeira el 25 de octubre con rumbo a Jamaica, este reencuentro produjo considerable actividad así como evidente placer en todos los de a bordo. Me sentí como lo he hecho al cruzar un muy distinto tipo de océano sin caminos: el de las arenas, cuando el encuentro fortuito con un grupo de viajeros o una caravana solitaria, produce en el corazón una sensación únicamente conocida por los vagabundos de uno u otro desierto. Pasé una noche muy sofocante.