Esta mañana fui con el señor Gambier a desayunar con un tal señor Pierepoint, propietario y plantador en la isla. Viajamos unas 10 millas por una buena carretera hasta una hermosa hacienda, en intenso cultivo de azúcar, maíz de Guinea, maíz, algodón, etc., etc. Se nos sirvió un desayuno substancioso y excelente, y nos acompañó el apropiado grupo de vecinos para ayudar y darnos la bienvenida. Nos mostró todos los establecimientos de la hacienda: el molino de caña, los recipientes de cobre para hervir, y los aparatos para drenarlo, el recipiente de las melazas, la destilería de ron, todo ello en gran escala. La propiedad consta de 600 acres, y unos 250 negros hacen alrededor de 300 pipas de azúcar. Vimos el método con el que se cuida y se provee para esta gente, su hospital, habitaciones, cocinas etc.: todo muy bien establecido; y si las cosas se desarrollan con tanto humanitarismo y cuidadosa regularidad como lo detalló nuestro anfitrión, están muy, pero muy bien atendidos, y como entre mi propia gente en Rusia, la palabra esclavitud o esclavo es lo único que recuerda a un observador que no son tan libres como el vecino. Regresé a la ciudad a las 2. Thomas se encargó de que todo mi equipaje se embarcase en el Primrose. Nuestro grupo cenó en la guarnición con el coronel Mac Alister y los oficiales del 35° Regimiento: realmente un espléndido comedor, y los oficiales parecen ser un muy caballeroso grupo de hombres. Regresamos muy tranquila y sobriamente a nuestra propia residencia antes de las diez. Hace cinco años que el regimiento está en la isla y apenas han perdido más hombres u oficiales que si hubieran estado en cuarteles europeos. El coronel Mac Alister estaba con el regimiento en 1807 formando parte de la expedición del general Frazer a Alejandría. Estuvo al mando de dos compañías del 35° en la segunda expedición contra Rosetta: toda la fuerza y la mayor parte de los oficiales y hombres fueron destrozados o hechos prisioneros. Los sobrevivientes salvaron la vida gracias a la intervención del cónsul francés y se les reservó, junto con las cabezas de los muertos y heridos (fueron todos decapitados), para ornar la entrada pública del Bajá Alí. El coronel Mac Alister, junto con unos pocos oficiales sobrevivientes, fue puesto a bordo de una «germa» para remontar el Nilo hasta El Cairo. Todo lo que se les dio como cama fueron las cabezas de sus bravos soldados, sobre las que durmieron y comieron, y esto en tiempo extremadamente caluroso. Al llegar a la capital los oficiales fueron conducidos en la procesión entre las lanzas de las tropas, en la punta de cada una de las cuales iba clavada la cabeza de uno de sus infortunados camaradas. La mayoría de los prisioneros fue vendida, pero el coronel estaba tan enfermo y herido que lo encarcelaron para dejarlo morir. El humanitarismo y atenciones del señor Drouville le salvaron la vida. A petición de este fue llevado a la casa del consulado y tratado con todo cuidado y atenciones por ese caballero hasta la evacuación de Alejandría por tratado. Este francés humanitario redimió, por cuenta propia, a dos oficiales que habían sido vendidos. Ninguno de los soldados fue redimido y un joven tambor llamado Macdonald es ahora un turco de alto rango y poder bajo el mando del Bajá Alí. Anoto esta anécdota de la calidad humana del señor Drouville hacia un oficial británico, pues se habla generalmente de su reputación y enemistad hacia los ingleses.