Por fin se han publicado los célebres detalles de la reunión popular del gobierno, junto con el discurso del general Páez, que es moderado y liberal. La resolución del acta es que:

sirva de evidencia de los poderosos motivos que posee Venezuela para establecer su organización interna. Que S. E. el jefe Civil y Militar emita un decreto convocando las asambleas primarias a fin de que puedan elegir diputados para cada una de las provincias que han participado en este movimiento y en cualquiera que pueda suceder en lo futuro, y que estas convocatorias se hagan lo más pronto posible. Que esta Asamblea invita a todo el pueblo de la Antigua Venezuela a unirse a ella, con la proporción de representantes que les corresponda, a fin de ayudar a formar regulaciones provisionales para el gobierno de este pueblo.

También se decidió que cualquiera que sea la situación política y rango que Venezuela mantenga entre los Estados de América, siempre será fiel a las obligaciones contraídas con naciones e individuos extranjeros, mediante tratados diplomáticos o contratos pecuniarios, en la proporción que le corresponda, conjuntamente con el resto de Colombia. También se decidió que hasta la celebración de la asamblea de los diputados no deberá hacerse ninguna alteración en el Gobierno existente según lo establecido por el pueblo el 30 de abril pasado, manteniendo así en vigor la Constitución y leyes de Colombia en todo aquello que no se oponga a los criterios de reforma a los que van dirigidas estas medidas y, al mismo tiempo, que el nuevo orden de las cosas no impedirá al Libertador presidente convocar la Gran Convención de Colombia a la cual el Estado de Venezuela también ayudará por medio de sus representantes. Así se cerró el asunto, y llegan a millares las firmas que ya han sancionado el acta. Así ha caído el edificio de la república después de haber estado en pie 16 años, porque sea cual sea el resultado de todas estas conmociones, es cierto que el estado de las cosas no regresará a lo que era hace ocho meses. El acta anterior se leyó hoy por bando en toda la ciudad entre las aclamaciones silenciosas de la animada población.

El joven señor O’Callaghan cenó conmigo. Por la noche, en casa de la señora Briceño: un poco de música. Termómetro a las 7, 23 y 24, a las 4. No ha llovido.