Fui a dar un paseo a caballo a Chacao para ver al señor Alderson. Es un pueblo a unas tres millas en la carretera de Petare. Ninguna noticia especial. El general Páez no está de muy buen humor con los norteamericanos pues varios de sus periódicos hablan muy mal de él y muy abusivamente, además de haber hecho el más mezquino e intolerante acto, que deshonraría a los mortales de mentalidad más cerrada, al haber sacado a sus dos hijos de la Escuela Militar Nacional, donde los habían colocado las autoridades por el carácter patriótico del general, y por la única razón, que han descubierto después de varios años, de que tienen la tez de un color tan oscuro que se crea la sospecha de que sean mulatos, y en verdad que los derechos liberales y primarios del hombre, según los profesan estas gentes profundas y virtuosas, se ven violados al permitir que solo sea alumna del colegio de sus jóvenes guerreros la prole de legítima y pura sangre europea. Este descubrimiento vino a hacerse cuando ocurrió la reciente conmoción en Valencia, que hizo recaer sobre la cabeza de Páez el delicado nombre de traidor, violador de las leyes de su país y torrentes de otros epítetos no menos ofensivos. La gente blanca de esta parte de Colombia es morena, pero el color de esta raza surge únicamente del sol tropical, pues con poca dificultad, o por la observación de varios años, puede distinguirse el color de un descendiente de antiguos españoles d’origine del tono verde oliváceo de la mezcla de sangres.
El señor Williamson vino desde el Topo a comer conmigo. La colonia se ha disuelto, y el señor Lancaster se dedica a recoger subscripciones de los extranjeros para alimentar esta raza perezosa y borracha durante unas cuantas semanas más, aunque no veo con qué objeto. Termómetro, 22 a las 7 y 25, a las 4. No ha llovido.