A las 12 del día fui a visitar al presidente para presentarle al capitán Vernon, el doctor Coxe y el señor Lievesly. Nos recibió con la mayor afabilidad y conversamos mucho (en francés) sobre el estado de Europa y sobre los grandes hombres que había dado, sobre las recientes guerras, etc., etc. Hízole a Inglaterra muchos cumplidos, diciendo que era el único país de verdadera libertad, gloria e iluminado talento, y donde suspiraba por pasar años de su vida futura. La conversación llevó a hablar de hombres extraordinarios de todos los tiempos y países, lo que me dio la oportunidad de decir algo elogioso, aunque cierto, a este extraordinario personaje. Es más bien de baja estatura, muy delgado y de aspecto frágil; de tez oscura, cetrina; buenos ojos oscuros y penetrantes, una expresión de solemne reflexión; no sonríe pero posee una dulce tranquilidad y bondad en su comportamiento. Buena frente, más bien despoblada de cabello, lo que añade mucho a su expresión general. Parece tener más de cincuenta años, pero no pasa de los 44. Festejos, como de costumbre, que habrían de continuar durante ocho días con iluminaciones; esta noche la plaza estaba llena de ciudadanos que escuchaban canciones de Bolívar y sus actos, cantadas desde un templo improvisado situado en su centro. Termómetro, 20 a las 7 y 22, a las 4. No ha llovido.