Nada de particular, excepto que Santander trabaja duro en Bogotá para aumentar su partido y desacreditar ante el pueblo los actos de Bolívar en Venezuela, al sancionar y publicar varios comentarios infames sobre su conducta y decretos. Una carta que he recibido del encargado de negocios dice:

Mientras el Libertador permanezca en Venezuela habrá dos autoridades separadas en Colombia: al quedarse en Venezuela, priva al Ejecutivo de la unidad de poder que siempre debe poseer para poder obrar con vigor. Si el G. Santander estuviera firmemente a favor de Bolívar esta división de mando quizá no sería tan perjudicial, pero no creo que así sea y, además, Santander no tiene energía para hacer que sus órdenes se lleven a efecto, y esta apatía o timidez se ve aumentada por su indiferencia ante el éxito de las medidas de Bolívar.

¡Esto se llama patriotismo! Si estos son los hechos, y no lo dudo, ¿quién se va a sorprender de que la república esté reducida al desunido y miserable estado en que se encuentra? Hay que hacer responsable al vicepresidente de todos los males que arrastran al país a la ruina: su mala administración y deshonestos actos, como patriota y como guardián de las finanzas, siempre serán un estigma para su nombre. Hay que destituirle, porque las cosas apenas pueden estar peor. En verdad, el caos y la pobreza actuales ensombrecen tanto el horizonte, que me temo que la poca luz traída por Bolívar pronto se apagará. El coronel Wilson cenó conmigo, y Mocatta también. Plegarias en casa de Stopford. No llueve. Mucho calor. Termómetro, 24 a las 7 y 26 a las 4.