Esta mañana antes de partir para La Guaira cabalgué hasta la casa del marqués del Toro, donde se aloja actualmente el presidente, para comunicar a su excelencia que el ministro británico ya había partido de Caracas para esperarle a bordo de la fragata británica; y al mismo tiempo, para que el general me dijese a qué hora definitiva pensaba embarcarse, que resultó ser las 4 del día jueves, 7 [en realidad era el 5]. Tan pronto como se resolvió este punto me dijo, muy afable y amablemente, cuán en deuda se sentía conmigo por la forma en que me había desempeñado en los asuntos públicos que tuve que tratar con él y con las autoridades desde su llegada, y que sentía profundamente el interés que tanto el señor Cockburne como yo tomábamos no solo en el bienestar y prosperidad de la república sino también en él personalmente: que, en cuanto a mí, ya me consideraba como un viejo amigo íntimo, y que esperaba que siempre le permitiera apreciarme, diciendo que tenía el presentimiento de que esta separación era únicamente temporal, y que nos encontraríamos en Bogotá o en Lima. Le dije que me haría feliz reanudar la intimidad con la que me honraba, y me sentiría diez veces más feliz al cumplir con cualquier deber que me encargase mi país, si fuera en una ciudad o país gobernado por él. Regresé a Caracas y, acompañado por el edecán de su excelencia, coronel Wilson, y mi secretario, salí de la ciudad para La Guaira, que alcanzamos después de un viaje abrasador de 4 horas. El señor Cockburne y el señor Hurry nos recibieron en el pueblo de Curucutí, situado a una legua del puerto. Me instalé en casa del vicecónsul Hurry, y S. E., con Wilson, en el hotel Americano. Comí con los señores Ward y Hurry. Estuvo también el capitán Chambers, así como su primer teniente, señor Shepperd. El presidente y su estado mayor, con todos sus etcéteras, no parecen ser del mayor agrado de este caballero naval, y lo demuestra frecuentemente con sus opiniones injustas y malhumoradas sobre el jefe y todos los que están en el poder, que suele emitir con epítetos bastante groseros. Termómetro, a las 2, 32 grados.