Visité al intendente, quien me mostró una carta del Libertador fechada el 12 de julio. En ella relata el entusiasmo con que fue recibido en Cartagena por todas las clases. Que el señor Cockburne debía viajar a Inglaterra para tratar sobre el futuro bienestar del país el día 13, y que pensaba iniciar viaje para la capital en uno o dos días, estando lleno de impaciencia por llegar a ella y juramentarse como presidente según la Constitución. Después de esta entrevista fui a la Alta Corte para enterarme del juicio que el señor Sutherland había iniciado a nombre de un tal señor Serque, de Saint Thomas, un judío de esa isla que, según el señor S. dice, es súbdito británico, pero el señor Ward dice que no. El nombre de Alta Corte es alto en sonido y, en verdad, es la Corte Superior de todo el departamento. Tres jueces presidían, un secretario leyó la denuncia del caso y un abogado —empleado por el señor Mocatta para defender la demanda por 104 mil dólares del señor Serque contra un francés de Maracaibo—, junto con ese señor y mi persona, éramos el total de asistentes al lugar, y no porque las puertas estuvieran cerradas, pues estaban abiertas a todos. Se apuró el asunto, la defensa se hizo con gran fervor y animación, y se levantó la sesión, dejando las cosas al juicio de los tres sabios, cuya sentencia se conocerá dentro de 8 o 10 días. Este es un cuadro verdadero del estado de animación que hay aquí, así como del interés que la gente tiene en obtener experiencia de las disputas de otros. Ha llovido mucho en el día de hoy. Por la noche fui a casa de madame Briceño. Me encontré con bastantes caraqueños allí, pero me quedé poco tiempo porque no soportaba las injustas injurias e infames ideas de que era objeto el Libertador. Un idiota desagradecido llegó al punto de decir que si Bolívar se fuera del país mañana, se encontrarían centenares tan capaces de gobernar y tan llenos de talento como él en todos los sentidos. Termómetro, 22° a las 7 y 23, a las 4.