No hay novedades de ninguna clase. Hice un dibujito, de memoria, del excelente y venerado emperador, como acostumbraba verle en los jardines de Zarskozelo. A medida que progresaba, me volvían a la mente muchos agradables pero tristes recuerdos de tiempos pasados: tenía el corazón dulcemente triste, y conforme mi afortunado lápiz trazaba (mucho mejor de lo que yo esperaba) la expresión de su semblante benigno, sentí que se me saltaban las lágrimas, y todas, todas mis horas de felicidad doméstica, idas ya para no volver jamás, me pasaron por la mente en momentos de ensoñación. Ojalá hubieran terminado mis días de exilio, para que pudiera regresar a todos los que el cielo aún conserva vivos, y tan queridos por mí. ¡Paciencia! Dieciséis o dieciocho meses más, y ¡se acabó! No ha llovido. Termómetro, 22° a las 7 y 25, a las 4.