Fui a ver a lady Naylor y a sir H. Halford, que acababan de regresar de Londres. El rey está mejor. Hice una visita a un muy prometedor retratista joven, un tal señor Rothwell, por quien me enteré de que sir Thomas Lawrence había muerto la noche anterior después de muy pocas horas de enfermedad. Cené en casa de sir Henry Halford; conocí al barón Vaughan y su familia. Sir Henry dijo que algo debía de andar radicalmente mal con el corazón de sir Thomas, a pesar de que durante los dos días anteriores a su muerte no se había observado ningún síntoma peligroso. Un par de amigos estaban constantemente con él y en la noche del 7, mientras uno de ellos le estaba leyendo algo, fue presa repentinamente de violentos dolores en la región del pecho y exclamó «Me muero», triste acontecimiento que sobrevino instantáneamente. Las artes han perdido uno de sus representantes más honrosos y Europa uno de sus más grandes retratistas de todos los tiempos: solo se le acercaban Vandyke y Reynolds.