Visité al señor Wray y fui con él a la casa del nuevo establecimiento de la policía en Palace Yard. Aquí vi un experimento para que una persona no pueda ser tocada por las llamas (si es posible) o, más bien, para que sea incombustible, lo cual le permite meterse en el fuego para la preservación de vidas o propiedades en caso de incendio casual. Esta garantía consiste en una máscara de asbesto con las perforaciones necesarias para los ojos, que se protegen adicionalmente con algo parecido al talco. Guantes de asbesto con un casco de doble pared hecho de material de rejilla de hilo parecido al catgut (similar al que se usa ahora en las persianas y las cajas fuertes) le cubrían las manos y la cabeza. Una especie de armadura formada por pedazos de lo mismo y un escudo de alambre de gran tamaño en el brazo derecho permite al portador separar el cuerpo de las llamas a medida que avanza, pero yo creo que no es de gran utilidad y más bien parece una molestia. No obstante, aunque las personas así vestidas parecían poder afrontar una especie de incendio prendido a propósito a su alrededor, durante 8 o 10 minutos, creo que son tonterías y nunca van a servir para el bien común o incluso beneficio privado. Lo inventó un francés. Regresé a Suffolk Street con el señor Wray, e hice arreglos con él en relación con un antiguo asunto entre Picard y yo. Hice varias visitas acompañado por mi querida Jane, entre otras a los Halfords y Ouseleys. Comí en casa de la señora Skinner, donde, gracias a Dios, no había nadie. Por la noche fui al Atheneum con los Skinners y mi hermana, y me encontré con una vasta cantidad de mis antiguas amistades. Estos miércoles por la noche son excelentes divertimientos por parte de los miembros y el Comité. La promenade es indudablemente una mejoría espiritual sobre lo que el Reneleagh debe de haber sido antiguamente, con esta diferencia en cuanto a rasgo espiritual: que aquí nos encontramos con obispos y arzobispos, y curas y diáconos, todos, todos ellos mezclados con lo alegre, lo bello y lo «culto».