Los coroneles Rola y Figuérez fueron despachados (hace ya algún tiempo) al general Monagas con instrucciones de definir lugar y hora para la entrevista entre el presidente y el jefe descontento, e igualmente para solicitar un cese de hostilidades (que el general Mariño se ha cuidado bien de no continuar), y el periódico El Constitucional afirma que «aunque el general Páez parece firme en su resolución de mantener la Constitución y no admitir ninguna proposición que la menosprecie», siguen surgiendo dudas entre el público sobre este tema, por un pasaje de una carta de S. E. fechada el 25 de mayo:

Según lo que me ha dicho el coronel Hurtado, [Monagas] va a pedir la aprobación de varios generales creados por él, así como el pago de algunos suministros de carne hechos por los ciudadanos de Aragua para el mantenimiento de las tropas. De ser esto cierto le corresponde al Congreso poner en la balanza por un lado las peticiones de Monagas y por el otro la guerra, y decidir cuál de las dos cosas será conveniente para la felicidad del país; teniendo en cuenta, en caso de aceptar la primera, que los leales defensores de la Constitución también merecen una consideración similar, porque, en mi opinión, aun sin acceder a ellas hay mucha gente en el Ejército merecedora de recompensa.

De aquí que cantidad de personas crea que el general quiere que se amplíen sus facultades extraordinarias a fin de poder recompensar a sus seguidores, y que al reunirse con Monagas, el triunvirato rechazará al Congreso así como sus actos y constituirá un gobierno militar que convenga a sus propias ideas e intereses. Todo esto son falsas probabilidades. Páez es muy sincero en la causa que ha abrazado y estoy totalmente convencido de que mantendrá su juramento de respaldar y defender la Constitución y leyes actuales. La ciudad está otra vez sobre el qui vive porque las autoridades han recibido información (procedente de la confesión religiosa de una mujer) de que esta noche la población negra haría otro intento para renovar la escena del 11 de mayo. Esta nueva inyección de aprensión no es innecesaria, pues sin duda las energías tanto de la Justicia como de los ciudadanos se están hundiendo, o más bien durmiendo.