Me siento mejor esta mañana. Visité al señor Forsythe #001-0059, un caballero americano establecido aquí, quien ha prometido hacer lo posible para conseguirme casa. Hablamos algo del estado del país y su comercio. Dice que son exageradas las importaciones procedentes de Gran Bretaña y que hasta que aumente el número de agricultores, o más bien de la población industriosa, hay poca oportunidad de demanda de suficientes artículos, incluso ahora y aquí, para que aumente hasta dentro de algún tiempo esta rama de la exportación de Gran Bretaña. Reprobó el sistema que todavía mantiene este Gobierno sobre el cultivo y venta del tabaco, que ciertamente frena la industria individual del campesino, al no permitírsele que cultive ni una pequeña porción de tierra para su beneficio propio en la producción de esta planta. No puede cultivar café, ni puede cultivar azúcar, y no porque se le prohíba, sino porque ambos requieren un capital para los etcéteras necesarios para el secado del uno y la extracción del otro. Si al simple nativo se le permitiera vender sus pocas hojas de tabaco provechosamente en el mercado, ello le incitaría a mejorar la cantidad de su cosecha e, igualmente, las ganancias procedentes de tal industria, y el ejemplo produciría el más saludable efecto en la mayor parte de la población montañesa. Apenas cabe duda de que, mediante un arancel apropiado y razonable, los beneficios del Estado aumentarían incalculablemente e igualmente se pondría fin a las imposiciones, los fraudes y los mil gastos que implica el cobro, etc., del impuesto actual. Escribí a Fauche hoy: la carta irá por el correo de Bogotá el día 12.