Esta mañana el coronel Mac Laughlin y yo acordamos los siguientes términos para su casa: «Me la habrá de alquilar por 45 dólares al mes y tendré que adelantarle seis meses de alquiler, con los que se compromete a poner la casa en un estado apropiado lo más pronto posible para que la pueda ocupar, aceptando mantenerla en condiciones de habitabilidad mientras esté en mi posesión. Finalmente, acepto tomar el sitio con la reserva de que si ocurriera alguna circunstancia que me obligase a cambiar de residencia en la ciudad de Caracas, le daré al coronel un aviso de seis meses de mis intenciones de desalojar la casa». Aceptó como correctamente redactados estos memorándums, y para permitirle que iniciase las reparaciones le di una orden de pago por 150$ a favor del señor Mocatta. A las 12, en compañía del señor Alderson, fui a ver al doctor Roscio, un sacerdote secular que me había visitado. Su hermano fue hombre de considerable estatura en el Congreso del 19 en Angostura y fue uno de los 4 individuos que el general Don, mostrando debilidad, entregó a los españoles en Gibraltar. Ya ha fallecido. Velada en casa del señor Mocatta. Hoy llegaron a esta ciudad los generales Páez y Mariño, ambos héroes de la revolución. ¡Bravos y distinguidos!