Plegarias en casa del coronel Stopford. Conocí allí a un tal comodoro Daniels #002-0086 un americano de este servicio que ha hecho una considerable fortuna en expediciones de corsarios. Acababa de llegar de Bogotá y vio al general Páez cuando regresó a Valencia; y está este tan ofendido por el decreto aprobado en el senado por moción de uno de los senadores, señor Santos Michelena, que dice : «en caso de que ese organismo le ordene ir a la capital solo lo hará a la cabeza de sus bayonetas». Si esto es cierto, y el senado desiste de su objetivo de hacer justicia por haber él infringido los derechos ciudadanos al hacer un «acto de despotismo contrario a las libertades del pueblo», entonces podemos esperar disturbios e insurrección, y toda clase de insultos por parte de la raza negra y del clero. Pero esta ocurrencia mostrará la poca preparación (no diré merecimiento) que parecen tener las mejores clases de nativos para el disfrute de una libertad racional, cuando dan ejemplo, como lo hacen a diario las más altas, de su negligencia, violación y mutuo desprecio por la autoridad del otro. La locura quijotesca de Bolívar será la ruina de su país. El señor Lievesly cenó conmigo. Termómetro: 21 a las 9 y 24, a las 4.