Esta mañana a las 5 y media me llegaron de La Guaira los paquetes que habían venido en el barco. Crueles informes de la confusión que reina en Inglaterra entre la gente casada cuya influencia se ha extendido hasta mis pequeños planes, lamentablemente. Pero mi queridísimo Steward, en Inglaterra, ha reducido la decepción y la molestia. Mañana es el aniversario de la declaración de la Independencia en este país y, por lo tanto, se están haciendo grandes preparativos en la gran plaza frente a la catedral para celebrar con fuegos artificiales, etc., etc., de todo lo cual daré una descripción más detallada si resulta interesante. El tiempo está pesado y cargado, con una muy desagradable densidad en la atmósfera: los temerosos pronostican un terremoto; otros dicen que no es más que el principio de las lluvias. Sea como fuere, la atmósfera se ve terriblemente embotada. Ojalá algo la despejara. El señor Williamson cenó conmigo. Termómetro 22 a las 7; a las 4, 25. Escribí todo el día.