Se dice que a causa de que Santander no solo escribió a Bolívar, sino que públicamente condenó en los periódicos de Bogotá la conducta del general Bermúdez durante las recientes conmociones de Venezuela, este general ofendió al presidente y al vicepresidente ayer, diciendo que no había que confiar ni en sus órdenes ni en su palabra, pues había negado las dos, ya que sus órdenes eran de reducir a los descontentos a cualquier precio, y que su excelencia no podía negar que se había diseñado un plan general de ataque para reducir a Páez y todo su grupo. Que ahora solicitaba su pasaporte, y que se iría a Trinidad a olvidarse de que era colombiano, pues no valía la pena pertenecer a su país. Se dice además que hoy viaja a La Guaira para buscar pasaje y si no alquilar una embarcación. Ayer a las 4 bauticé un niño perteneciente a uno de los colonos escoceses, llamado Robinson. Llevaba por nombre Joseph Lancaster Robinson, o sea el de ese venenoso e inútil personaje. El capitán Chamier zarpó para Saint Thomas el lunes pasado. Hoy presenté a Bolívar a un tal señor Flinter. Tenía miedo y estaba tembloroso pues había servido a España en Colombia y además publicado un pícaro relato de la Revolución de Caracas, que se llevó a cabo hace algunos años, en el cual insulta desenfrenadamente a Bolívar, acusándole de todos los crímenes de este mundo. Está casado con una dama nativa, es irlandés, y teniente a media paga de uno de los regimientos de las Indias Occidentales. Bolívar lo recibió, como recibe a todos los ingleses, pero como el hombre hizo una jactanciosa apología con la esperanza de que se le permitiera quedarse en el país, creo que puede haber despertado sospechas que se lo impidan. Algo de lluvia por la mañana. Termómetro, 20 a las 7 y 23 a las 4.