El general Páez llegó a El Trapiche anoche y estará aquí hoy. El coronel Wilson afirma que todo está tranquilo en San Felipe. Anoche llegó a Caracas un oficial procedente de Lima, con más detalles de la reciente revolución del Perú. Quienes han tomado las riendas del poder han mandado regresar a todos los que Bolívar exilió, y han ordenado a las tropas peruanas salir del país. Se me ocurre que el asunto está demasiado arraigado como para que el Libertador espere una reacción, y no me extrañaría que hasta Bolivia haya manifestado su deseo de abolir el Código Boliviano y, naturalmente, de cambiar sus jefes. No obstante, no hay duda alguna de que el veneno salió de Bogotá, y las semillas se sembraron en el corazón de la soldadesca colombiana, de la que Bolívar se había declarado dictador, derrocado la Constitución existente y establecido su sistema favorito. Este informe circuló insidiosamente entre la tropa, y los demás agentes contrarios a las ideas del Libertador pronto se pusieron en movimiento y lograron que este nuevo jefe se mantuviera neutral en cualquier cambio doméstico que los limeños pensaran hacer en su gobierno político. El resultado ha sido nuevos ministros y, otra vez, un cambio en su forma de gobierno. Todavía no tenemos informes de las actas de Bogotá. Bolívar ha ordenado salir de allí a los miembros del Congreso de modo que el vicepresidente y sus satélites no puedan acusarle de haberles detenido intencionalmente. No ha llovido. Calor excesivo. Cabalgué con el señor Cockburne por la carretera de Valencia. Termómetro, 24 a las 7 y 26 a las 4.