Fui a ver al Libertador por algún asunto del señor Cockburne, y cuando hube terminado mi diligencia me dijo que no podría salir de Caracas hasta el final del presente mes. Le aseguré que el ministro británico permanecería aquí con el mayor de los placeres hasta que S.E. decidiera marcharse, y que el Aurora estaría esperando en La Guaira para llevarle a Cartagena. Me pidió que le diera las gracias al señor C. y que le dijera que le visitaría en forma tan pronto como llegase el equipaje del general Páez. El coronel Wilson trajo el Diario del ministro de guerra de la República del Perú, Tomás de Heres, escrito durante la reciente revolución y abolición del Código Boliviano, junto con algunas cartas curiosas escritas al Libertador por las autoridades depuestas. Por lo que dice no veo ninguna probabilidad de una reacción a favor de la Constitución de Bolívar, y las cosas en este país están tan críticas que su excelencia no se atreve a dejarlo para intentar restablecer su influencia en el Perú. Ocupado todo el día en traducir el Diario etc., para el señor Canning. Wilson se quedó a cenar. Con Stopford en la noche. No ha llovido. Hace muchísimo calor. Termómetro, 24 a las 7 y 26 a las 4.