Uno de los cuatro atrasadísimos correos de Bogotá llegó hoy. Trae noticias fechadas hasta el 9 de octubre. El Congreso ha terminado sus sesiones, y antes había decidido que no volvería a reunirse hasta que se hayan terminado los actos de la Asamblea de la nación, organismo este que habrá de decidir si el Congreso debe o no reunirse durante el año 1828. En caso afirmativo, habrá de fijarse el día de su reunión. Se ha nombrado una comisión para que investigue durante el receso la conducta del vicepresidente Santander, a fin de descubrir:

si tiene intereses propios en bancos extranjeros o en cualquier otra cosa que sea; si es sabido que algún dinero suyo haya entrado por cualquier lugar en la República; si durante su administración se sabe que haya tenido negociaciones mercantiles, que haya negociado, por sí mismo o por poder, con fondos o vales de la República, o haya mantenido alguna compañía agrícola, minera o de tierras.

La comisión ofrece 70.000 dólares a cualquier persona que pueda demostrar y probar estos hechos. También se dice que fue el propio Santander quien pidió que se instituyera dicha comisión, porque quería dejar limpio su buen nombre. El coronel Wilson, sin embargo, me escribe que el vicepresidente había hecho grandes esfuerzos para impedir que se realizara la investigación, y que no se hubiera llevado a cabo de no haber sido por la insistencia del representante de Caracas señor Aranda. El coronel agrega:

el Libertador, por delicadeza, se negó a influir directa o indirectamente sobre los miembros (cosa que, por supuesto, no debió de haber hecho); que si lo hubiera hecho, el Vicepresidente habría sido encausado, a pesar de sus intrigas o poder de corrupción. Siempre lamentaré este sacrificio de la justicia en aras de la generosidad. Aranda, sin embargo, si es elegido para la Gran Convención, le acusará sin duda ante ese organismo, con cuyo objeto está recogiendo ahora los documentos necesarios.

Es este espíritu de partidismo, que penetra toda la sociedad y clases de este país, el que, mientras exista, siempre impedirá que la nación florezca, porque en él se ven las semillas de la falsedad, el fraude, los intereses egoístas, de hecho, el germen de todos esos vicios que convierten el patriotismo en una simple sombra. El único ser que realmente merece un pueblo mejor es Bolívar. Él, y solo él, prosigue por su recto camino como quien vive solamente para el bien de su país pero, ¡ay!, tanto sus ideas como sus esfuerzos se ven pervertidos por Revenga y otros que lo rodean, cuyo corazón está formado por los ingredientes que acabo de describir. Su conducta todavía es popular en la sede del Gobierno y por medio de ella ha restablecido el orden y la confianza. Infunde energía y actividad a cualquier parte de la república que visita pero, lamentablemente, todo vuelve a caer en la apatía tan pronto como él da la espalda. Guayaquil sigue en el mismo estado de rebelión que cuando llegó el correo anterior, y los impresos públicos de Bogotá parecen tan sulfurados por este acto independiente de la municipalidad que hablan de medidas coercitivas. Espero que Bolívar no se deje arrastrar a dar ninguna orden para volver estas provincias a la razón (si así puede llamársele) por la fuerza, porque si lo hiciera daría a sus enemigos los medios de acusarle de crear la guerra civil y de ser responsable del derramamiento de sangre de sus compatriotas. Tengo mejor opinión de sus ideas y sistema conciliadores. No ha llovido. Termómetro, 23° a las 7, 24 a las 12 y 24, a las 4.