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Capítulo IV Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Subcapítulos
Caracas

Esta mañana vino de Puerto Cabello un tal señor J. Ball, que es uno de los pasajeros del bergantín Laurel, recientemente detenido por un corsario colombiano por sospecharse que su carga era propiedad española. La corte marítima ha confiscado más de la mitad de ella, y el caballero en cuestión me trajo cartas del capitán preguntando cómo debía obrar en las circunstancias existentes. Según el relato del señor B. se había recurrido a todo, menos honor y justicia, en la vista de la causa, lo que parece ser aún peor que en el caso del secuestro de la carga del Amelia. El dueño del corsario —un comerciante italiano arruinado y uno de los peores tratantes de esclavos existentes— es amigo íntimo del juez, y emborrachando a uno o dos de los marineros y ayudado por la violación de las cartas de la valija pública hallada en el Laurel, logró confiscar más de la mitad de las mercancías que estaban a bordo. De hecho este juicio no difiere en nada de cualquier otro en Colombia, donde el soborno y la falta de virtud o principios morales comunes no dejan lugar más que a actos de la más descarada falta de honradez. El consejo que le di al capitán del bergantín fue que se hiciera a la vela lo más pronto posible con la propiedad que le había quedado, y no reclamara justicia (que no se la iban a hacer) en Bogotá, pues esto implicaría la detención total de su cargamento así como del buque, y pasarían seis u ocho meses, y hasta el doble de este tiempo, antes de que se obtuviera una segunda decisión.

El señor Ball cenó conmigo: es de Liverpool y pertenece a una firma de esa ciudad establecida en La Habana. No ha llovido. Termómetro, 19° a las 7, 22 a las 12 y 22 a las 4.

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