Llegó el correo de Bogotá, pero no hay nada nuevo en esa ciudad. El coronel Wilson me escribe desde Bucaramanga que una moción de Echezuría y Azuero para transformar la república en tres Estados federales había sido rechazada, pero que se había decidido una forma central de gobierno como base de la nueva Constitución. Esto es todo lo que, hasta ahora, ha hecho la Asamblea. Su carta está fechada el 6 de mayo, pero parece que los amigos de Santander están muy resueltos y no bromean y que aunque los del Libertador son mayores en número, son pasivos, apáticos y siguen como dormidos el sistema de moderación que Bolívar ciegamente implantó al llegar a Bogotá en septiembre pasado. Wilson agrega: «Nos quedamos aquí, hasta que se haga algo definitivo. Si se pierde todo, entonces iremos a Caracas directamente». El coronel Campbell tiene sus temores de que Bolívar no se salga con la suya. Si no lo hace, entonces Caracas será su point d'agir y dentro de pocas semanas verá la nueva Constitución sacudida por la independencia y separación de Venezuela. Torrentes de lluvia casi todo el día y la noche, con truenos muy fuertes. Es bastante singular que no hayamos tenido temblores de tierra esta estación, pero la única explicación que se me ocurre es que las entrañas de la tierra están un poco tranquilas desde que ocurrieron los últimos gruñidos y eructos en el sur, lo cual naturalmente debe de haber dado salida a vastos volúmenes de inmensas combustiones, que, de otro modo, podrían molestarnos de vez en cuando en el Norte. Velada en casa de O’Callaghan.