Hoy hace doce meses que presencié el embarque del Libertador y el señor Cockburne, y volví a visitar ese puerto para dar un apretón de manos y decir adiós (espero que por diez o doce meses) a uno de los más meritorios personajes navales al mando en estas aguas. A las 5 de la mañana partí de Caracas con el señor Sherer, y le llevé por la terrorífica aunque pintoresca carretera llamada Las Dos Aguadas. Llegamos al puerto a las 9 y mi reencuentro con el capitán A. fue muy grato. Me ha prometido entregar personalmente el Páez en Esher. Volvió a zarpar a la una, y como el calor era opresivo y no se me había despejado completamente el dolor de cabeza, pasé el resto del día algo nervioso esperando su terminación. Qué agradecido estoy de que Caracas sea mi cuartel general porque si no, estoy seguro de que una estancia continua en La Guaira terminaría pronto con mi salud. Hoy es el aniversario, o no sé qué, de algo relacionado con la independencia del país, pero la mitad de los nativos no sabe de qué se trata.