111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111
Capítulo IV Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Subcapítulos
Caracas

El resumen de las noticias de la capital es este: que el 18 de abril estalló una revolución en Chuquisaca, instigada por los peruanos, con intención de deponer a Sucre quien, junto con sus ministros, fue apresado por los rebeldes y encarcelado durante tres días, a cuyo término fueron derrotados, y se restauró el orden. En la refriega, el general Sucre fue herido en un brazo. Durante todo el tiempo obró con firmeza y la mayor energía, y ha hecho fusilar a 18 de los sediciosos, entre los cuales se encontraban un tal doctor Olañeta, presidente de la Alta Corte de Justicia y expresidente del Congreso; el doctor Serrano 1(José Mariano Serrano [1780-1851]. Legislador y diplomático boliviano. Presidió la asamblea que declaró a Bolivia estado independiente), exministro ante el Perú; el coronel Aubey y un tal mayor Bermejo. Los bolivianos hicieron prueba de gran entusiasmo en la defensa de su independencia, libertad y leyes. El general Sucre ha avanzado para enfrentarse a un general peruano de nombre Gamarra, quien invadió la República de Bolivia a la cabeza de 4.000 hombres para ayudar a los rebeldes. Al otro lado del Perú, 4.000 soldados han avanzado para invadir a Colombia, sin declaración de guerra, con intenciones de anexar las provincias meridionales a su país. El general Flores, quien manda en Guayaquil, estaba perfectamente preparado para resistir a los peruanos y ha avanzado para atacar e incluso llevar la guerra al corazón de la república. Wilson, para excusar esta maniobra (que considero de todo menos inteligente), dice que el honor de Colombia ha sido repetidamente mancillado por sus ciudadanos libres y por la no cancelación de la deuda peruana; y si se agregan a esto las nuevas ofensas contra su aliado Bolivia y contra sus tropas en ese país, que quedaron allí por medio de un tratado, junto con la inaceptable declaración de anexión del sur de Colombia al Perú, la moderación ya era deshonrosa, y, a fin de cuentas, peligrosa. De modo que se ha resuelto ir a la guerra y el general Bolívar está ansioso por mandar el ejército en persona. Y, en verdad, esto lo confirma la siguiente proclama de S. E.:

¡Ciudadanos y soldados! La perfidia del Gobierno del Perú ha pasado todos los límites y hollado todos los derechos de sus vecinos de Bolivia y de Colombia. Después de mil ultrajes sufridos con una paciencia heroica, nos hemos visto al fin obligados a repeler la injusticia con la fuerza.

Las tropas peruanas se han introducido en el corazón de Bolivia, sin previa declaración de guerra y sin causa para ella. Tan abominable conducta nos dice lo que debemos esperar de un Gobierno que no conoce ni las leyes de las Naciones ni las de la gratitud, ni siquiera el miramiento que se debe a pueblos amigos y hermanos. Referiros el catálogo de los crímenes del Gobierno del Perú sería demasiado, y vuestro sufrimiento no podría escucharlo sin un horrible grito de venganza; pero yo no quiero excitar vuestra indignación ni avivar vuestras dolorosas heridas. Os convido solamente a alarmaros contra esos miserables que ya han violado el suelo de nuestra hija, y que intentan aun profanar el seno de la madre de los héroes. Armaos, colombianos del Sur. Volad a las fronteras del Perú y esperad allí la hora de la vindicta. Mi presencia entre vosotros será la señal del combate. Bogotá, a 3 de julio de 1828. Bolívar.

Esto es una locura, además de falta de política, y bastante amor propio herido así como vanidad. Nunca hubiera pensado que el Libertador pudiera haber sido tan insensato ante su propia fama y ante los ojos de Europa como para haber emitido una prueba tan negra y blanca. El coronel Campbell me escribe: «Parece resuelto a ir». Si sale de Colombia —aunque esté bien asentada por lo que a consejo se refiere— el resultado serán la ruina y la anarquía, y la pérdida de la reputación de Bolívar. Tiene a sus pies la pelota de la grandeza, y si con este paso la aleja de sí, todo está perdido.

1
111
111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111 111111
U