Nada nuevo. A las 4 continuaron las festividades de ayer, pero empezó a diluviar apenas media hora después de que todos estuvieran reunidos, y se empaparon todas las plumas alegres, medias de seda y mejor traje, con la consiguiente estampida, y las calles tomadas por la lluvia presentaban extraños grupos de damas y hombres de la élite mantuana y republicana, y negros también, abriéndose paso por las turbulentas aguas en todas direcciones, sin preocuparles en lo más mínimo a qué altura por encima de la rodilla tenían que levantarse los empapados vestidos. La verdad es que parecía un nuevo tipo de traje, una especie de spencer 1(Prenda femenina: corpiño cerrado y ajustado, cuyo nombre le venía a su vez de otra prenda masculina, especie de chaqueta o sobretodo sin faldones, llamada así en referencia al conde Spencer [1758-1835])  sin falda y sin enagua, con todas las ligas por debajo de la rodilla, lo que explica que las medias se mantengan tan lisas, sin una sola arruga. Fueron pocos, por el tiempo que estaba haciendo, los que asistieron a los largos cánticos del templo de una noche.