Tiempo calmado y viento un poco más favorable, y aun así no me parecía que tuviéramos oportunidad de zarpar. Hoy es el aniversario de mi nacimiento. Me había hecho la ilusión de pasarlo en compañía de mi querida Jane ya que el destino había decidido que no fuera en Esher, pero ni siquiera esta primera esperanza había de realizarse. A las 9, mientras desayunábamos y planeábamos las horas por venir, lord William mandó a decirme que esperaba que estuviera listo para las once, pues se proponía intentar salir barloventeando del canal. Esta información no fue de nuestro mayor agrado, pero, ¿qué le íbamos a hacer? Mi querida Jane, ya acostumbrada a las decepciones y privaciones, se lo tomó como siempre lo hace su benigno corazón. No perdí tiempo en hacer mis preparativos, y a las 11 estaba delante de la puerta de lord William. Me dolía el corazón, y más aún al tener que dejar a un ser tan querido. Que Dios la guarde y la cuide, y confío en la bondadosa Providencia para que me vuelva a traer a ella, mi madre, María y mi amada hija. Piensa partir para el cottage en coche mañana a las 9 de la mañana. Que la felicidad y la paz la lleven. Los sentimientos de lord William no parecían menos profundos, y trataba de aplacarlos con no menos fortaleza. Cuando estuvimos paseando un rato hacia la playa me preguntó a quién había que envidiar más: al hombre con fuertes afectos y sentimientos ardientes o a aquél frío e insensible. Al primero, le contesté en el acto. Y este era también el parecer de su señoría; y no cambiaría los dolores del afecto que llena mi corazón ahora por la tranquilidad reinante en las personas serenas y estoicas. A las 12 y media estábamos a bordo del North Star, y a las dos ya navegábamos. Poco después el viento, muy amablemente, viró casi a la perfección: el tiempo, calmado y claro. Así que ya puedo volver a decirle adiós a mi querida Inglaterra para viajar hacia un rumbo bien distinto del que me había propuesto este mismo mes, es decir hacia el de Rusia, para abrazar a mi querida hijita. Pero que sea lo que ha de ser. Tengo la convicción de que todo saldrá bien. ¡¡No hay que perder la esperanza!!