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Capítulo VII El General Páez Presidente
1831 enero 01 - 1832 octubre 26
El General Páez Presidente
1831 enero 01 - 1832 octubre 26
Subcapítulos

El Sr. White vino a verme y me mostró la carta oficial del general Urdaneta a Páez, cuya substancia nos llegó de Valencia hace unos días. La asamblea granadina habrá de reunirse el 14 de junio: el jefe de Bogotá invita no solo a los delegados de Venezuela a asistir a ella, sino también a los del sur [o Ecuador]. La razón que da es:

con vistas a considerar la actual Constitución de 1830, y hacerle las correcciones que parezcan indispensables, de modo que los resultados la hagan apropiada a los intereses nacionales.

La Nueva Granada va a descubrir, me parece, que ni el norte [Venezuela] ni el sur enviarán delegados, no hasta que la asamblea en cuestión se haya desprendido, in toto de la Constitución de 1830, y se haya convertido ella misma en Estado independiente. Entonces y solo entonces asistirán representantes para discutir el tema de la unión o no unión, así como la integridad de Colombia, sobre la cual él hace tanto énfasis. De aquí que, cuando Urdaneta descubra que este gobierno no tomará parte en la reunión (y, sin duda, el sur hará lo mismo), si tiene alguna visión política debería descubrir esto y convocar la asamblea sin perder más tiempo. Con esto, colocaría al centro [Nueva Granada] por lo menos en una carrera de reformas tan adelantada como la de sus vecinos, con lo cual la solución de la cuestión que desea se facilitaría. La última voluntad del Libertador está en Caracas. Murió solo en posesión de las minas de Aroa, que deja divididas entre las dos arpías de sus hermanas. Ya le han despojado de cualquier otro acre de propiedad que poseyera.

A pesar de todos los relatos de la muerte del general procedentes de varios orígenes —puesto que ninguno de sus parientes todavía ha recibido ni una línea sobre el acontecimiento— no dan crédito al hecho, y afirman que todos los documentos que se han citado hasta ahora son falsificaciones. La muerte de este célebre y sin duda grande hombre será vista por millares de personas en Europa como la señal para la anarquía, la guerra civil y la ruina, pero quienes conocen bien a Colombia y no tienen prejuicios partidistas deberán mirar este acontecimiento como lo más afortunado para el futuro bienestar y prosperidad del país. El Libertador poseía un carácter muy enérgico así como una gran actividad mental en la iniciativa, y era, con mucho, el mejor general que el destino pudo haber señalado como dirigente de los destinos de Colombia, así como libertador y árbitro de muchas otras partes de este vasto continente; y ciertamente llevó a cabo su gloriosa tarea hasta alcanzar su nombre la inmortalidad como padre de Colombia.

Pero ¡ay!, su casi total carencia de talento legislativo junto con su ciego entendement por una forma central de gobierno respaldada por la fuerza militar, fueron el escollo donde vino a naufragar. Sus ideas de centralismo hace cinco o seis años eran vastas y gigantescas: Colombia, el Perú y Bolivia debían formar un solo imperio republicano o, más bien, el imperio unido de tres repúblicas, consolidado sobre un sistema colosal de federación con él a la cabeza como presidente vitalicio, pero este espléndido fantasma se le deshizo en las manos debido a su falta de política y poco después presenció una igual disolución por parte de Colombia.

Con respecto a su primer gran proyecto, su absurdo señala la ausencia de los verdaderos principios de política legislativa, y sin embargo se aferró al centralismo y a la integridad de Colombia aun hasta el borde de la tumba, como epítome de su prodigioso plan. Aquí tenemos, sin embargo, una prueba de su inflexible perseverancia, pero sin prudencia ni discreción. Antes de cerrar los ojos vio caerse a pedazos la república, y, como Napoleón, bajó a la tumba siendo testigo del derrocamiento de todas sus repúblicas salvo la de Bolivia, de la que solo queda el nombre, ya que se han cambiado totalmente sus instituciones. En verdad parecería que este verdadero grande hombre hubiera sido destinado por la Providencia a llegar hasta cierto punto y no más allá. Al haber elaborado la independencia de su país, al haber logrado este bien, se le retiró, pues, si hubiera vivido, el destino de este Estado era la disolución, como ejemplo sangriento para el resto. Sé que esto es así, y sin embargo, no hay duda de que muchos de los males que casi han arruinado esta nación han sido obra de quienes le rodeaban. Sus amigos le halagaban y le exhortaban, no, le empujaban, a recuperar con la espada lo que su mala administración y la de ellos había hecho recaer sobre el país, en este momento.

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Segunda entrada

Se dice que el Congreso ha conferido al general Páez facultades extraordinarias, como consecuencia de la aparente determinación de los Monagas en el oriente, y que, en cuanto al asunto de [qué ciudad será] la capital, se ha decidido a favor de Caracas. Oraciones en casa de Stopford. El señor M. O’Callaghan cenó con nosotros.

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