Llegó un buque de Curaçao trayendo al general Silva y a los tres Ibarras, dos de los cuales eran oficiales del Estado Mayor personal de Bolívar, además de otros 13 o 14, a los que se ha permitido regresar con pasaporte. Así que aquí tenemos la primera importación de venezolanos, amigos del centralismo y del Libertador y, por lo tanto, no de la separación ni del general Páez, personas cuyas labores y actos dérobés me temo que sean cualquier cosa menos tendentes a la consolidación del nuevo orden de cosas. Espero, sin embargo, que la creencia actual del ejecutivo y los ministros en el inquebrantable estado de la Constitución y del Estado no demuestre, por este acto prematuro de generosidad, que las cosas son de otra manera. Se dice que muchos más habrán de regresar en las mismas condiciones, y si no se tiene mucho cuidado después se formará un partido para fomentar las ideas a las que Mariño no vacilará en prestarse para vengarse del gobierno y de Páez por el golpe humillante que ha recibido su amour propre, como resultado de su conducta durante la reciente revuelta de las provincias orientales. Ha tronado mucho y ha llovido a cántaros. El señor Ward cenó conmigo.