Recibí carta del coronel Stopford fechada en Yare, Valles del Tuy, el día 14. Todo lo que dice es que:
usted sabe en qué situación está la diplomacia entre Cisneros y nosotros. Uno de mis mensajeros regresó de su excursión después de cinco días, sin haberle encontrado. El lugar estaba abandonado y quemado en parte. Otro mensajero de bosques y selvas todavía está en camino, y ya lleva varios días ausente. Me parece probable que Cisneros lo haya matado, pues está sentenciado por este y nada podría librarle de su venganza salvo la carta de Páez. Si no ha tomado en serio la carta de Páez, cosa muy probable, seguro que no habrá vacilado en dar muerte al mensajero. Hace tiempo que había jurado matarlo, pues este hombre había sido uno de los guías que llevaron nuestras tropas a su guarida cuando nos apoderamos de su hijo. Por otra parte Páez, que espero que llegue hoy aquí, me envía una nota en la que dice que se detiene en Ocumare para ver el resultado de otro acto de la farsa, en vista de que una banda de hombres de Cisneros apareció ayer en uno de nuestros puestos avanzados (Súcuta), del cual, por órdenes suyas, yo había retirado las tropas hacía unos días. Conversaron con los sirvientes de esa hacienda, mostrándose complacidísimos por la afabilidad y bondad con que Páez trató a todos los indios y otros personajes negros durante su estancia allí (que es un hecho innegable), y agregaron que dentro de dos o tres días Cisneros estaría en la zona. Así que Páez se queda a ver el resultado, con la esperanza de poder entrevistarse con este salvaje de la montaña.
Me temo que el presidente se encontrará con que [no han servido de nada] todas sus molestias espirituales (pues no creo que la vanidad tenga nada que ver) al buscar honor y fidelidad en el corazón de un inconsiderado ladrón y asesino, el cual no es más que un indio salvaje e incivilizado. Si el general logra lo que busca, será por simple y extraordinaria casualidad, pues de sangre y rapiña ha vivido el villano y así mismo mantiene su dominio, de modo que debería vencérsele con balas y bayonetas o llevársele ante la justicia. El señor Adams, el señor Mocatta y el señor Boulton cenaron conmigo.