Al igual que ayer, en la Cámara de los Lores. Estoy de acuerdo a medias con la decisión de los Pares, pero confío que se lleve a cabo una reforma justa y razonable, pues en vista del estado de irritación política y esperanza que agita a la peor clase del pueblo británico, hay que hacer algo para tranquilizarlo o habrá graves resultados tanto para Lores como para Comunes, y lo que ocurra no será el simple trastorno de nuestra gloriosa Constitución o del Estado, sino motines y horrible descontento. No puede evitarse ceder, tanto ante la mayor población como la mayor riqueza de Inglaterra, pero más particularmente el Gobierno y ambas cámaras están en la necesidad de ceder ante la marcha de la educación y el cultivo del intelecto en los más bajos estratos del pueblo. Sin embargo, confieso que creo que las formas actuales del proyecto de ley y los defensores de la medida parecen haber hecho mayor peso que quienes deberían considerarse como pueblo, a saber el artesano industrioso y el gremio de los tenderos. Pero indudablemente los grandes motores se dan cuenta de la eficiente máquina que conviene al fin propuesto, y que si se usa con discreción puede fácilmente dejarse de lado una vez obtenido el fin perseguido, como cualquier otro auxiliar en la obtención de un gran logro.