Nada importante, salvo, por fin, la llegada de una carta del ministro de S. M. en Bogotá el señor Turner, fechada el 27 de octubre, y que es la primera comunicación recibida desde las de octubre de 1830. Por lo que dice, allí todo está tranquilo desde junio pasado, y empieza a reconocer que Venezuela se está desenvolviendo mejor que la Nueva Granada. También menciona que el Congreso constituyente se ha reunido y procede con moderación, que según su criterio hacía muchos años que la separación era inevitable, de hecho consumada, e irrevocable, y que está seguro de que dentro de doce meses habrá en Bogotá un encargado de negocios de Venezuela y del Sur (o Ecuador). El día de la fecha de su carta Caicedo había enviado al Congreso su renuncia a la Presidencia, que se supone será aceptada. Se habla de Santander y de Obando como favoritos para el cargo en la opinión pública. Y según el nuevo orden de cosas, Santander lleva las de ganar. Así que, por fin, el señor Turner empieza a entender que la voluntad del pueblo es ser gobernado como quiere y no como hubiera querido Bolívar y, después de abdicar este, como hubieran querido los déspotas militares de su partido con la ayuda, lamento decirlo, demasiado imprudente (casi hasta comprometer al Gobierno británico) del encargado de negocios británico, y después de él por su sucesor, el cual, en otro párrafo de su carta dice: «Ya no hay nada que hacer, la separación es inevitable» El coronel Stopford llegó del Tuy —habiendo cesado en esa zona «la ocupación de Otelo»—, pues ahora su Robin Hood es el héroe y el honesto guardián de esos valles y montañas: de hecho, su Commandant Militaire.