Hice unas cuantas visitas a criollos. El regreso del arzobispo a esta capital es muy activamente evidente, pues las campanas de las iglesias repican dos veces más, hasta hacerse insoportables los campanazos, y no pasa una noche sin rosario completo, que parte de la capilla de San Francisco en brillante procesión iluminada por linternas enormes. Monjes, violines, trompas, hombres y muchachos, cantando himnos a coro completo por toda la ciudad hasta la hora de acostarse (o sea las nueve y media), y cada domingo, procesiones de santos y vírgenes vestidos de terciopelo, además de otras imágenes benditas, personajes silenciosos estos que son llevados a hombros por sudorosos negros musculosos, en sagrada visita a los portales de las distintas iglesias, en debida forma y según el orden clerical. Llovió larga y atrozmente, desde las 3 p. m. hasta las 8. El artista monsieur Morène cenó conmigo: tengo carencia visible de comensales desde que se fueron el coronel Stopford y el señor Adams.