Gran día de fiesta este: el de la Concepción. Hice varias visitas conceptivas, por lo menos a las damas que llevan ese nombre, a las cuales pintorescamente se les llama «Cesión». Me encontré con el ministro de Relaciones Exteriores, con el que hablé un rato en relación a la afirmación irrestricta del partido de Carabaño, de que tanto él como Soublette estaban ansiosos de que la capital de Venezuela se mudase otra vez a Valencia. Negó la acusación in toto; agregando que también podía responder por Soublette, porque todas sus propiedades estaban dentro y fuera de Caracas y, por lo tanto, no tenía interés en que se disminuyera su valor con un paso tan ruinoso para sí mismo. Además el general había sido uno de los más ardientes partidarios, en el Congreso de Valencia, del regreso de la sede del Gobierno a Caracas. Se dice que la proclama de Flores, tal y como fue puesta en circulación desde la casa de la señora Delpéche, fue ideada e impresa en la isla de Jamaica por su hermano el general Montilla, junto con algunas graves y revolucionarias preguntas hechas a Santander, como por ejemplo ¿quién hizo esto y aquello? O sea, fraudes políticos, despilfarras personales, cobardía, asesinatos y tiranía.