A las 7 de la mañana 150 personas se reunieron frente a la casa del señor Mocatta —nativos y extranjeros por igual—, entre ellas algunas de las más respetables de la ciudad: el general Páez, el gobernador de la ciudad señor Madriz, además de los jefes de los departamentos gubernamentales, y varios extranjeros. A las 8 fue bajado el ataúd, y allí se le rindieron los últimos honores a los restos de nuestro compatriota. Dije el servicio, y tengo que reconocer que durante todo el tiempo se observó el mayor y más solemne respeto y silencio. El señor Thorburne tenía 36 años y era oriundo de Glasgow, Escocia. Es la segunda persona que recibe el cementerio desde que fue terminado. Di mi acostumbrado paseo a caballo. Abrí el testamento del difunto en presencia del señor Mocatta, que es uno de sus albaceas.