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Capítulo IX Cónsul tres años más
1832 diciembre 01 - 1835 septiembre 30
Cónsul tres años más
1832 diciembre 01 - 1835 septiembre 30
Subcapítulos

Es un hecho. El presidente y el resto de los antedichos llegaron a La Guaira ayer en el barco de guerra danés, y supongo que la gente de allá abajo lo recibió en un estilo muy distinto del que usó cuando salió de la rada. A las 11 de la noche partió para Caracas, y llegó a esta hacia las tres de la mañana, evitando así toda inútil demostración de alegría, ante la cual no podía dejar de sentir un poco de desprecio al recordar cuán tranquilamente lo habían dejado ir la noche del 7 al 8. Declaró: «Me sacaron de la capital a oscuras, y a oscuras regresaré a ella». Pero cuando se trató del decente y debido honor de visitar a su excelencia, una multitud de todo tipo fue a ofrecerle sus felicitaciones. Acompañé al cónsul francés, un insoportable bavard , y muy poco profundo en todos los sentidos. Apenas eran necesarios unos momentos para esta visita de congratulación, pero mi colega no lo veía así, de modo que le corté el verbo y lo saqué a la calle, igual que había hecho en una visita similar a Páez. Poco después de dejar al presidente me enteré de que el general Carabaño —comandante de Puerto Cabello—, al ordenársele que subiera a Valencia desde esta fortaleza con las dos compañías que guarnecían el lugar, había disparado (pero no se me ocurre por qué) sobre una guardia de milicias, compuesta por 18 hombres y su oficial, matándolos a todos, y luego ordenó a sus hombres que se retirasen a la fortaleza, levantó el puente, y allí están él y ellos, habiendo cometido otros dos actos de desacato a las leyes, después de haber vuelto a la obediencia, a saber desobediencia a las órdenes del general Páez de presentarse en Valencia y, en segundo lugar, el asesinato de nueve de sus compatriotas. Se comenta que dos de los que cayeron son comerciantes principales del lugar. Esta información fue comunicada al general Páez por el mensajero que se le envió a San Pedro para avisarle de la llegada del presidente a Caracas y pidiéndole que regresara, cosa que se excusó de hacer no queriendo perder tiempo en dirigirse a Puerto Cabello inmediatamente, a donde habían sido despachados 300 hombres por el gobernador de Valencia tan pronto como la noticia llegó a esa ciudad. No pudo conseguirse ni un solo fusil en Saint Thomas, de modo que se me ocurre que este gobierno, a fin de cuentas, tendrá que recurrir a mí para tratar de procurárselos.

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