El asunto de los llanos se está poniendo serio. Empezó porque el alcalde y los jueces ordenaron que se azotara a unos ladrones, según la nueva ley del 36, pero al hacerse los preparativos para el castigo en la plaza de La Urbana (en Guayana), una banda destruyó los preparativos, asesinó al alcalde y los jueces, soltó a los reos y declaró la rebelión abierta pidiendo «reformas». Se envió contra los rebeldes un grupo de 38 hombres y dos oficiales, pero aquellos aumentaron grandemente bajo las órdenes de un hombre llamado Méndez y otro Franco. El grupo fue derrotado y muertos los oficiales, dejando con vida solo a ocho. Desde que ocurrió este suceso, el coronel Farfán ha vuelto a lanzar el grito de revuelta aunque se le había perdonado tan recientemente; y la fuerza de estos agitados bandoleros es de más de 300 y aumenta a diario por los rufianes zambos de esta parte de los llanos. Se dice que van camino de tomar a San Fernando. El ejecutivo ha tomado medidas, y habiendo sido totalmente autorizado por el Congreso, Soublette podrá dar su primera prueba de energía en el gobierno. Vino a verme esta mañana el general Páez, cuya influencia en los llanos es todopoderosa y cuyo solo nombre vale por un ejército; piensa dirigirse allá esta semana. Como dijo, en este momento es una insignificancia, pero por la naturaleza de estos zambos y sus grandes números puede convertirse, si no se aplaca rápidamente, en un asunto de color. Le dije que sin duda se les derrotaría rápidamente, pero que si no se usaba la misma rapidez y severidad en castigar a los rebeldes, particularmente a sus jefes, volvería a ocurrir lo mismo dentro de unos cuantos meses.