Jueves Santo, el día en que sucedió el terrible terremoto en 1812. Mucha gente en la calle y gran desfile a las 5, con cruces, crucifixiones, San Juan, la Virgen María, música, curas, autoridades, oficiales y guardia de cuerpo militar. Todas las iglesias estaban espléndidamente iluminadas por la noche y multitudes de personas decían sus plegarias en voz alta y arrodilladas y, después de unos pocos santos murmullos, seguían camino a otro templo reluciente. Así, miles de personas, principalmente negros y mujeres, van de uno a otro hasta altas horas de la noche. Cené temprano para verlo todo. Estas noticias de Lima han sido un triste golpe para Bolívar —Wilson me dice que nunca nada le hirió tanto— pero confía en una reacción y se lo atribuye todo al vicepresidente en Bogotá, que hace todo lo posible para arruinar su fama tanto en Colombia como en el Perú. Me temo que el Libertador se irá y volará a Bogotá, y si se convierte en dictador humillará profundamente a quienes actualmente, por envidia y odio, tratan de desprestigiarle sin pensar que si cae él, con él cae Colombia. Termómetro, 22 a las 7 y 24 a las 4.