Levantado desde mucho antes del amanecer, despaché mi mensajero a La Guaira a las 10 de la mañana, con mis paquetes oficiales y privados. Cartas a: Príncipe Sherbatoff, San Petersburgo. Señor Ranking. Señora Porter. Señor G. Villiers. Señorita Porter. Barón Steirnheldt. María. Señor C. Denham. Señor Rolleston. Señora Dillon. Señores Wrigh & Co. Señor Canning: paquete privado con mi dibujo del Libertador (como regalo). Ídem despachos Nos. 9, 10, 11 y 12. Señor J. Bidwell. Ídem Nos. 8, 9 etc., 10.
El paquebote debía salir hoy hacia las 3. Hoy solicité una lista de los infortunados colonos escoceses del Topo, cerca de esta ciudad. El número de los que quedan es de 127 almas. Tendré la obligación de darles una pensión mensual hasta que se encuentre algún medio de enviarlos a América o de vuelta a Inglaterra. No hay duda de que fueron cruelmente engañados por la Society y los Agentes que los reclutaron, pero aun así, en conjunto no son sino un montón de borrachos inútiles, más que nada tejedores y mecánicos. No pasan de diez los que saben algo de agricultura. Su situación actual, en cuanto a miseria, ha sido grandemente empeorada por la vana y tonta conducta del señor Lancaster, cuya filantropía no les dejaba entrar al servicio de varios hacendados extranjeros, porque no se llevaba bien con ellos, y en cierta época tenía tan dominados a estos ilusos escoceses que no se atrevían a salir de la ciudad, y ni siquiera del Topo, sin pedirle permiso, aunque fuera por poco tiempo. Ha agotado ochocientos dólares suscritos por la gente benévola de este lugar, más otros 500 obsequiados por Bolívar. Claro que una parte se ha gastado en provisiones para la gente, pero con esta misma suma pudo haberlos enviado casi todos a Norteamérica, adonde la gran mayoría quería ir, pero no. Les decía que conseguiría que Bolívar les entregase tierras, que hablaría del mal ejemplo del agente de la Society en La Guaira y enterraría en la desgracia y la vergüenza al cónsul de su majestad británica por no haberlos mantenido y no haber demandado al agente. La última mentira que les contó fue que llegaba un barco de Inglaterra con provisiones para ellos, enviado expresamente por el gobierno para llevárselos. Todo se ha derrumbado: el filántropo se ha deshonrado por su conducta y la forma en que ha dilapidado ociosa e infantilmente casi 21 mil dólares, por los cuales Bolívar le había enviado facturas desde el Perú. Me ha insultado públicamente e instigado a muchos de los colonos a hacer lo mismo, y ahora se encuentra en situación tal que se humilla a pedir lo que él llama mi protección. No devolveré mal por mal y ayudaré a la serpiente en todo lo que pueda. Los topeños están en relación similar conmigo y, con mi propio dinero y la ayuda de otros, he enviado muchos a América, y gracias a mis cartas de recomendación les va bien. Ojalá se hubieran ido todos llevándose a Lancaster, pero ahora está detenido a causa de sus cuentas irregulares, y cuando el secretario de Estado le pidió que explicara lo que había hecho con los 21 mil dólares, contestó que su tiempo era demasiado valioso para la humanidad y la filantropía como para malgastarlo en detalles tan materiales. La consecuencia es que hasta que rinda cuentas no podrá salir de este país. La intensa lluvia que cayó hoy echó a perder la procesión del Santo Sepulcro, a la que había de asistir Bolívar. Termómetro, 23 a las 7 y 24 a las 4.