Lord William vino a decirme que puesto que el señor Mackenzie no había llegado el almirante había telegrafiado al Almirantazgo para saber si el buque (que ya está totalmente listo para el mar) debía zarpar sin más demora. El almirante espera respuesta por correo mañana, a no ser que llegue por telégrafo. A las 11 salí en coche con el señor Thomson, que me llevó a dar un hermosísimo paseo de casi dos horas, pasando por Portsea, Hilsen y alrededor del Castillo de South Sea —campo de ejercicios— y, por la línea de fortificaciones, de regreso a Portsmouth. Fui a la oficina del almirante, pero aún no había respuesta. El señor Brenton, el secretario, me dijo que estaba seguro de que no llegaría contestación hasta que hubiera habido comunicación con el Foreign Office. Paciencia, y a esperar el correo de mañana. Cené solo —un bistec— en el Hotel Quebec. Hubo una fuerte tempestad, que arruinó nuestro día celestial.