Le ofrecí a una dama española 50 dólares al mes por su casa. Es amplia y del todo excelente comparada con lo que se ve aquí. Consta primero de una entrada a un patio cuadrado con un naranjo en el centro; esta parte está rodeada por las habitaciones para uso ceremonial y doméstico de las principales personas de la familia. A la derecha de la entrada hay un muy espacioso salón con dos enormes ventanas de gran altura con postigos y reja hasta arriba; los pisos son de ladrillo y, como no hay cielo raso casi en ningún sitio, quedan a la vista las viguetas y los pares, ya sea en su estado natural o pintados al gusto del propietario. A mitad del par central, que es de gran tamaño, hay un gancho para colgar una araña o una lámpara. Las habitaciones son muy altas, ninguna por debajo de los 25 o 30 pies. Uno de los extremos de esta sala de visitas está casi abierto y da a otra estancia algo menor y esta, a su vez, a través de altas puertas dobles, desemboca en una habitación muy larga que ocupa gran parte de una de las caras del cuadrado y sirve de comedor, y hay espacio para otras dos, que completan ese lado. Las caras restantes se dividen a su vez en varios cuartos. En una de las esquinas hay un pasillo que conduce a otro patio donde hay una fuente para la cocina y otros usos. Por lo menos dos de los lados están constituidos por una galería cubierta, depósitos y cocina. Aún más lejos hay un tercer patio con paredes de barro, que sirve para criar gallinas y contiene las cuadras para caballos y mulas y receptáculos para basura. Hasta la mejor de las habitaciones tiene su interior simplemente encalado, y la cal invariablemente se desprende al menor contacto con cualquier cosa. Son escasísimos los pisos de madera pues es muy costoso el corte de tablas, aunque lo que sobra es madera. Hay un inglés que está a punto de establecer un aserradero, que será de la mayor utilidad al proveer esta útil mejoría, pues los suelos de ladrillo engendran pulgas y toda clase de alimañas y apenas se les lava por temor a que se disuelvan en el moho. La casa está constituida por diez, quince o veinte habitaciones, grandes y pequeñas. Un horno y un simple banco largo hecho de ladrillo enlucido constituyen la chimenea, pues el carbón se coloca entre tres o cuatro piedras, al gusto, y todo lo que puede cocerse se hace en el horno. La mujer propietaria de la casa en cuestión pide casi el doble de la suma de 50$ [que le ofrecí]. No está situada en el mejor de los sitios, y queda lejos del comercio —lo que abarata el costo de las casas de esa zona—, pero creo que mi carácter público es la causa de que me pidan precios más altos que a otros. Estuve escribiendo cartas para Inglaterra casi todo el día. Pasé la velada en casa del señor Mocatta.