Ayer llegó el correo de Bogotá trayendo noticias de la capital hasta el 9 último. Se esperaba plenamente que el Libertador llegase allí al día siguiente. Nadie se había ido de la ciudad, ni siquiera uno solo de los miembros que tanto le habían insultado y hasta llamado tirano; lo que demuestra que si de veras hubieran creído que lo era, no hubieran esperado su llegada. El próximo correo nos traerá sin duda todos los detalles, y espero que sean satisfactorios. A las tres hubo una terrible tempestad con truenos, rayos, lluvia y viento. Yo estaba en casa del coronel Stopford, y cuando regresé a la mía descubrí que el agua se había metido por la ventana de mi estudio y empapado el plano, ya bastante adelantado, que estaba haciendo de la ciudad, y lo había arruinado sin remisión. De modo que tendré que volver a empezar, lo que no significa que vaya a seguir el ejemplo de la esposa de Ulises. Este trabajo me ayudará a pasar el tiempo hasta mi regreso. Por la noche estuve en casa de los judíos. Termómetro, 22° a las 7 y 24 a las 12 y a las 4. Evidentemente está refrescando por las mañanas y por las tardes, pero al mediodía, a no ser que se esté a la sombra, como en todos los climas tropicales el poder del sol disminuye poco.