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Capítulo IV Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Subcapítulos
Caracas

Anoche llegó el correo de Bogotá, trayendo información hasta el 16 último. Los coroneles Wilson y Campbell me escriben que el Libertador hizo su entrada pública en la capital de la república el día 10. El primero dice que nada puede sobrepasar el arrebatador entusiasmo con que fue recibido el presidente en todas las poblaciones del Magdalena y en las provincias de Ocaña, Pamplona, Socorro y Bogotá. Su entrada en la capital fue considerada como el amanecer del regreso de la prosperidad a Colombia;

y para corroborar este cuadro, el coronel Campbell dice que su recibimiento verdaderamente fue satisfactorio y todo el mundo parecía identificar la presencia del Libertador con su felicidad propia. Nunca se vio a nadie tan alicaído como el Vicepresidente.

La reunión de estos dos funcionarios principales de la república, después de todo lo que había sucedido entre ellos en estos 5 años pasados au fond era lo que yo esperaba y creía. Estaba seguro de que el general Bolívar no tendría tan poca dignidad, ni habría disminuido tanto su firmeza natural de carácter como para recibir al general Santander como amigo y partidario. Lo que me ha comunicado mi amigo Wilson confirma lo que siempre pensé que ocurriría, a saber

que trató a Santander con una generosidad y moderación que no merecían su ingratitud y sus siniestras intenciones y actos,

y también me asegura que cree que el vicepresidente nunca más volverá a disfrutar de su confianza ni de su amistad que han desaparecido para siempre, y que tenga la seguridad de que nunca pueden volver a ser amigos. «Ya sé, agrega mi talentoso y joven amigo, que los enemigos del Libertador atribuirán a la amistad lo que solo es producto de la generosidad por parte de mi general. Santander es un perfecto villano y sus sucios actos van más allá de lo que jamás habíamos imaginado».

Bolívar, al llegar a Bogotá se juramentó como primer mandatario de la república y actualmente tiene la completa autoridad del poder. El Congreso le respalda totalmente y con solo presentar sus planes para el mejoramiento de la Constitución, serán unánimemente adoptados. Todos los actos y decretos que hizo en Venezuela han sido sancionados, a pesar de los recientes actos del Congreso tanto en contra de ellos como de él. Aquellos mismos miembros que fueron los más violentos en sus insultos contra él, estigmatizándole con el nombre de tirano, etc., ahora se arrastran a su pies servilmente del mismo modo que trataron de competir en virulentas invectivas contra su Libertador y salvador de su país. Esto muestra a las claras el carácter (mejor dicho la falta de él) de la mejor clase. Las intenciones actuales de Bolívar son de preservar y restaurar la tranquilidad, sin intentar por el momento ningún cambio, salvo el de hacer una administración efectiva. Por instigación suya el Congreso hará algunas alteraciones referentes a las leyes de finanzas con el fin (si es posible) de permitir que el Estado cubra todos los gastos del gobierno y preserve los fondos sagrados destinados a pagar los dividendos y la deuda pública. Los abusos existentes en las tres ramas de la república, a saber la civil, la militar y la naval van a corregirse, y si el Congreso lo permite, las fragatas que cuestan sumas tan enormes en Norteamérica habrán de venderse, pues desea presentar a la Gran Convención de la nación en marzo próximo una república unida en sí y mejorada en su crédito tanto interno como externo. Con el fin de efectuar su reunificación con las provincias meridionales que están en revuelta o descontentas ha nombrado al almirante Illingworth intendente de Guayaquil y al general Flores comandante en jefe del Sur, y con estas ideas pacíficas y conciliadoras el Libertador emitió la siguiente proclama al pueblo de Guayaquil:

Simón Bolívar, Libertador Presidente de Colombia.

Guayaquileños!— El torrente de las disensiones civiles os ha arrastrado hasta poneros en la situación en que os halláis. Vosotros sois víctimas de la suerte que habéis procurado evitar a todo trance. No sois culpables y ningún pueblo lo es nunca, porque el pueblo no desea más que justicia, reposo y libertad: Los sentimientos dañosos, o erróneos pertenecen de ordinario a los conductores; ellos son la causa de las calamidades públicas.

Yo os conozco, vosotros me conocéis, y no podemos dejar de entendernos. Que desistan, pues, los que os quieran extraviar, para que volvamos a abrazarnos como los más tiernos hermanos, a la sombra de los laureles, de las leyes y del nombre de Colombia.

Palacio de Gobierno en Bogotá, a 11 de setiembre de 1827.—17.

De modo que confío que todos los gloriosos y patrióticos actos del inestimable Bolívar se verán coronados por el éxito y que al haber transcurrido 12 o 18 meses más pueda, por sus propios y exclusivos esfuerzos, ver establecidas la unión y la estabilidad. Wilson me envía los saludos más amables y sinceros del Libertador. Dice que habla de mí con frecuencia y siempre amable y amistosamente. Mi amigo dice que antes del acercamiento de su jefe a la capital, fue despachado en comisión a Bogotá, con despachos de S. E. al Congreso. Después de permanecer en la capital 48 horas regresó a [donde estaba el] Libertador, en Socorro, recorriendo una distancia de 45 leguas (de 8.000 yardas cada una) 1(Unos 328 kilómetros) en solo 35 horas, siendo la mayor parte del camino muy malo y pasando por empinadas montañas. Su viaje a Bogotá desde Cáchira (cerca de Ocaña) lo realizó en cuatro días, a saber 130 leguas por uno de los peores caminos de Sudamérica. Estos esfuerzos, tanto corporales como mentales, en la ejecución de sus instrucciones privadas o verbales le valieron el mayor crédito y aprobación de su jefe. Esta es la segunda misión importante que el coronel Wilson ha realizado, y que ha cumplido con talento y brillo. Las autoridades públicas de esta ciudad han recibido por el correo de Bogotá instrucciones de proclamar la reunión de la Gran Convención para marzo próximo en Ocaña, y proceder inmediatamente a la elección de delegados por medio del Colegio Electoral. Cada 24.000 personas envían un delegado: Venezuela no posee una población mucho mayor de un millón trescientos o cuatrocientos mil habitantes, y la población de toda la república no creo que pase de tres millones. El señor White, que desempeña un alto cargo aquí y su sobrino cenaron conmigo. Algo de lluvia. Termómetro, 22° a las 7 y 25, a las 4.

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