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Capítulo IV Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Páez, el hombre fuerte
1827 julio 06 - 1829 diciembre 31
Subcapítulos
Caracas

Sigue sin venir el correo de Bogotá. Llegó un edecán del general Páez con la noticia de que todavía no han podido llegar a Valencia, y que su jefe no puede venir aquí porque tuvo un accidente con un toro. Creo haber mencionado en uno de mis memorándums diarios la pasión que tienen los nativos (particularmente los de los llanos) por galopar detrás de un toro y cuando caballo y toro van a gran velocidad, el jinete agarra al animal por la cola y le da un tirón en el momento en que el caballo lo sobrepasa, y es tan fuerte y diestra la maniobra que el toro rueda por el suelo en un instante. Lo he presenciado frecuentemente desde que estoy aquí. El juego es peligroso, y a veces hombre y caballo mueren corneados. La indisposición del general proviene de una de estas locuras. En el instante crítico de la doble resistencia, las dos criaturas (debería decir las tres) cayeron al suelo. Siendo Páez muy activo, fue el primero en ponerse de pie y en lanzarse sobre el desconcertado toro, que estaba tirado en la tierra. Sin embargo este, al verse así agredido y castigado por lo que el general llevaba en la mano, se levantó repentinamente con feroz violencia y, en un segundo, se desembarazó del general, que una vez más fue a besar a su madre tierra. Entonces la bestia arremetió contra S. E. y se vengó a cornadas en la parte carnosa de la persona del jefe. Claro que en un clin d'oeil, le quitaron el toro de encima y se lo llevaron a rastras, rabioso y decepcionado, echando espuma por la boca. El jefe superior de Venezuela, como todos sus compatriotas, no puede resistir a esta clase de diversión, ni escarmienta nunca. Hace unas semanas, cuando le acompañaba a Los Teques, pasamos un rebaño de bueyes y toros por la carretera. En medio de nuestra conversación, en traje de gala y «montado como iba», espoleó su caballo y repentinamente se lanzó sobre el rebaño y en un santiamén una noble bestia estaba patas arriba por ser dueña de una cola, y el general contento con su manía de llanero. Claro que por la naturaleza del percance del general, tendrá que regresar en barco obligatoriamente. Dentro de pocos días volveremos a tenerlo con nosotros. El doctor Smith cenó con nosotros: está visitando a mi sirviente enfermo. No ha llovido. Termómetro 21° a las 7, 24 a las 12 y 24, a las 4.

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