Ocupado todo el día respondiendo a los despachos del almirante. El señor Mocatta subió de La Guaira y dice que los comerciantes de todas las nacionalidades están muy temerosos por un posible ataque a la ciudad. Los cañones están en ruinas, aparte de su pequeña cantidad, y hay una gran escasez de pólvora. Anoche se esperaba allí la llegada del Arachne procedente de Barbados, así que no es este el barco de guerra que supuestamente estaba vigilando los movimientos de Laborde. El señor Mocatta dice que esta mañana se vieron una fragata y un par de buques más pequeños en la distancia. Si el asunto empeora, todo el peso de las necesidades bélicas recaerá sobre el mundo mercantil: préstamos obligatorios, contribuciones, exacciones, y otras variadas desgracias e imposiciones, que los rapaces harán aún más dolorosas. Los nativos del gobierno tienen grandes talentos en estos menesteres. La revolución de Páez lo puso brillantemente de manifiesto.
Llevé mis despachos al señor Mocatta, para que el mensajero los baje a La Guaira a primera hora de la mañana. Termómetro, 19° a las 7, 21 a las 12 y 21, a las 4. No ha llovido.