Partimos de La Trinidad a las 6 a. m., pasando por el pueblo de Turmero para ver un árbol de gran tamaño llamado samán 1(Se trata del famoso Samán de Güere, bajo cuyo inmenso follaje acamparon Bolívar y sus tropas y que se ha convertido en parte de la historia), que se alza cerca de un arroyo a una legua de ese lugar. Este producto vegetal es alabado en demasía: es, ciertamente, una planta respetable, pero nada en comparación con los nobles robles u olmos de Inglaterra. La verdad es que pasé por debajo sin creer que fuera la maravilla por la que nos habíamos desviado del camino. Llegamos al pueblo un poco después de las 8, y fui amablemente recibido por una rica viuda llamada señora Burgos. Nos dio de comer dos veces durante el día, pero el vino era amargo, la fruta buena y el ajo excesivo en las viandas. La dejamos a las 6, después de una calurosa estancia, y trotandito nos dirigimos a La Victoria, adonde llegamos a las 8 y media, volviendo a alojarnos bajo el techo del buen señor Barrutia.