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Capítulo IX Cónsul tres años más
1832 diciembre 01 - 1835 septiembre 30
Cónsul tres años más
1832 diciembre 01 - 1835 septiembre 30
Subcapítulos

El señor Williamson vino a verme temprano y me trajo la respuesta del general Ibarra al oficio que le presentamos personalmente ayer:

Caracas, 10 de julio de 1835.

El General D. Ibarra, a cargo del mando y dirección provisionales de la parte de la República que ya ha exigido reformas en sus instituciones actuales, tiene a honra asegurar a los señores John G.A. Williamson, Encargado de Negocios de los Estados Unidos , Sir Robert Ker Porter, Cónsul de S.M. Británica, Auguste Mahélin, Cónsul de Francia, y Georg Gramlich, Cónsul de Hamburgo, residentes de esta Capital, a quienes no solo considera bajo su carácter público como representantes de sus respectivas naciones de conformidad con el tenor y títulos con los que han sido acreditados para llenar cualquier deber público hacia sus personas en sus respectivos caracteres, y hacer que se cumplan fiel y rigurosamente todas y cada una de las estipulaciones contenidas en los Tratados que felizmente existen entre la República de Venezuela y los países que ellos representan, asegurándoles que también los súbditos, así como las propiedades pertenecientes a cualquier individuo de estas cuatro naciones que existan dentro del territorio bajo las órdenes del suscrito, serán protegidos y preservados de acuerdo con los antedichos Tratados, en la forma que han solicitado, de conformidad con los derechos de las naciones civilizadas y las costumbres que se observan entre ellas en casos similares, que puedan no haber sido previstas por ellos. No obstante, es de esperar que los súbditos americanos, británicos, franceses y hamburgueses, respetarán tanto el orden de cosas como igualmente a las presentes autoridades, y que se mantendrán en estado de imparcialidad y completa neutralidad con respecto a la discusión que se ha celebrado en la República relativa al cambio de Gobierno e instituciones existentes. (firmado) D. Ibarra.

A las 2 Andrés Ibarra (en su uniforme de mayor) vino a verme para decirme que se había sabido recientemente que el señor Ackers había ofrecido una muy grande suma de dinero para contribuir al restablecimiento del antiguo sistema, y que además había firmado papeles en blanco. Le aseguré que casi podía jurar que era falso. Agregó que tanto su hermano el general como Briceño Méndez pensaron que era mejor dirigirse a mí sobre esta materia que escribir un documento oficial sobre el caso, y me pidieron que interrogase al señor Ackers sobre la verdad o fundamento del informe. Le dije que así lo haría y que volviera a verme a las 3. Entre tanto visité al señor Ackers y le hice leer las cartas que los cuatro agentes públicos habían dirigido al general Ibarra como comandante militar de la provincia, y la respuesta que él les había dado. Cuando terminó de leerlas le dije que me había venido a ver el señor A. Ibarra y le expliqué cuál había sido el objeto de dicha visita; y rogué al Sr. Ackers que me diera una respuesta que, sin ninguna duda, borraría todo fundamento de ese vergonzoso informe. Entonces me dijo varias veces que «él no había prometido ninguna suma de dinero, y que no tenía ninguna intención de violar la neutralidad», según la estipulaba el tratado y la seguridad dada bajo las circunstancias existentes. Regresé a casa inmediatamente y para evitar errores escribí su respuesta en el acto, una copia de la cual le di al señor Andrés Ibarra para que pudiera convencer a quienes le habían enviado en esta misión.

Esta mañana unos arrieros me trajeron carta del Sr. Lord, de la que copio un extracto: «Con referencia a las cartas y su despacho que debían viajar en el Aurora, yo mismo fui a llevarlas para entregárselas a Murdock o al capitán, pero me encontré, para sorpresa mía, que el capitán estaba a bordo y a Murdock se le impedía subir por órdenes superiores, porque el doctor Vargas y Narvarte habían sido embarcados en el buque. Esto ocurría un poco después de la una: se enviaron soldados a bordo como vigilantes y allí permanecieron hasta que el buque levó anclas, con órdenes de disparar sobre cualquiera que se acercase al barco. De no haber sido así, hubiera enviado un bote con nuestras cartas».

A las 2 el Aurora ya estaba navegando y se habían quitado de en medio las dos principales autoridades constituidas, de modo que ya no existe ningún personaje legal para impedir que se nombre otro gobernante principal lo cual, según se me informa, no ocurrirá hasta que alguna asamblea nacional en masse, realice la tarea ostensiblemente. Ibarra me dijo que el general Mariño llegaría definitivamente esta tarde; de hecho, esta mañana se emitió un bando afirmando que así sería, y pidiendo a quienes fueran verdaderos patriotas que salieran a recibirlo. Esta tarde un par de centenares de soldados tomaron el convento de San Francisco —a menos de 20 metros de mi casa— y resultan unos agradables vecinos, sobre todo considerando que unos cuarenta de ellos son presos liberados de la cárcel común. Me han informado de buena fuente que el coronel Rodríguez ha sido enviado por los militares a invitar a Páez a venir aquí, pero no he logrado saber cómo o en calidad de qué. Lo cierto es que, desde que estalló la revolución no se ha usado su nombre para nada. Se dice que el general Macero y Cisneros se han negado a hacer declaración alguna, sino que esperarán a ver qué pasos da Páez y, mientras tanto, mantendrán la paz en el Tuy. Así están las cosas en el día de hoy, y la situación es preocupante y desagradable. Esta es la tercera revolución política y un oscuro complot que he presenciado y he visto pasar no muy agradablemente desde que llegué en noviembre de 1825.

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